Bienvenida/o a mi blog

¡Hola querido lector/a!




Ante todo quería agradecerte tu presencia en mi mundo lejano. Tan solo espero que disfrutes de la lectura. Pero antes, una breve introducción.


Sabrás que es el amor, ¿verdad? No son solo mariposas en el estómago. Y a veces, no son mariposas. Es dolor, angustia, tristeza, aislamiento, temor... pero no siempre. Y ese sentimiento que le da a la vida un toque agridulce, es tan indispensable para vivir como el aire. Es lo que trato de plasmar en cada línea. Si, se sufre y mucho, pero a veces tenemos que sufrir para lograr un objetivo.


Por ejemplo, un escalador tiene que pasar hasta días de frío, hielo, dolor, viento, nieve... para alcanzar la cima de la montaña más grande del mundo, y poder ver una de las vistas mas bellas. Nosotros tenemos igualmente que sufrir para alcanzar a esa persona deseada, a la persona idónea. Pero, una vez alcanzada, se disfrutan de las vistas más bellas de la vida.


Personalmente, después de mucho frio, nieve y algun que otro desprendimiento de rocas, he logrado llegar a la cima. Por ello, te dejo con las huellas que dejé en el camino, y con las vistas que tengo desde esta cima tan hermosa de la vida.




¡Bienvenida/o a la aventura!



Cordialmente



Raúl

jueves, 22 de marzo de 2007

Lágrimas Bonaerenses



Tú, tan delicada y
sutil,
eres una mujer afortunada
ya que ninguna puede estar a tu altura
con esa cara que rebosa en ternura.
Los árboles hablan por sí solos,
cuando te ven pasar, hablan sin cesar
de los amores vividos y muertos tiempo atrás;
amores dulces, amores amargos en tu cama,
cama testigo de momentos intensos y malos,
cama que no soporta verte llorar durante años,
llorar lágrimas bonaerenses en tu delicada cara.
Lágrimas bonaerenses que se van hacia La Plata,
buscando refugio en alguna alcoba alta,
donde guardas tu pasado dormido y descansas.

Yo, tu amante lejano y perdido;
perdido en un mar oscuro, deprimido;
deprimido al verte sufrir, malherido;
malherido al verte dar amor a otros que no soy yo.
Yo, muriendo lentamente sin que el tiempo se detenga;
encadenado en mi propia tristeza, lloro,
lloro lágrimas bonaerenses, buscándote;
buscándote se van hacia el sur, hallándote,
hallándote parada, mirando tu pasado dormido,
recordando la otra noche, despertada por tu cielo,
cielo perdido, cielo roto, cielo hecho añicos
por verte ver que no viste a quien te vio,
ese amante que te vio, que fui yo.

Lágrimas bonaerenses, lágrimas sangrientas,
manchando el cielo de rojo, tiñendo el mar de grana.
Tu nombre estaba escrito en cada lágrima que expiraba,
recordando sueños dormidos que finalmente murieron;
sueños que murieron sin ser cumplidos;
sueños cumplidos que finalmente quedaron en el olvido,
olvido en el cual no quiero enviarte mientras respire.
Por ello te recuerdo cada día, cada noche,
llorando, tristemente, lágrimas de sangre,
que al fin y al cabo evaporará el cielo,
cielo que te verá al día siguiente
cuando empieces a sonreír de nuevo al recordar
que el único que te juró amar
no fue ningún hombre, ni el cielo, sino el mar,
mar que te trajo hacia ti, hacia tu orilla
mis lágrimas bonaerenses, que una vez te quisieron besar.